UN SILENCIO EN LA CIUDAD.
Observa
desde el Tiergarten como aquel edificio imponente a la par que frágil se
levanta o quizá solo se mantenga en pie, tiene algo que le arrastra a cruzar la
calle. Mientras se aproxima empieza a sentir gran curiosidad y es entonces cuando
nota que aquella construcción no es común, una fachada repleta de huecos deja
ver sucesivos muros a través de ella produciendo en el suelo un interesante
contraste de sombras. Mirando aquellas sombras piensa que la luz se materializa en la sombra, como la música
lo hace en el silencio, y en ese preciso instante, ante él, un violín se
hace escuchar en el centro del espacio en el que inconscientemente se ha
adentrado. Los muros que lo arropan le
hacen recordar tiempos pasados, sugieren imágenes, sugieren historia. Estos muros separan sin perder el contacto con la
ciudad presente y pasada, comprende que se encuentra en la plaza de la
música de Berlín donde un conservatorio flota entre aquellos muros, y
entiende que ese es el
silencio en la ciudad donde la
música se construye.
Verás a un anciano que te hará alguna indicación.
No le hagas caso, ello supondría un grave error.
Y sobre tu cabeza siguen dando vueltas gaviotas que te guiarán.
Atraviesa el callejón. ¿Es que no oyes mi voz?
¿Quién me habrá robado el sol,
que hoy no siento su calor
y las ropas que cubrían mi piel
han tornado desnudez?
Cuando escuches esto,
habrás llegado a la plaza de La Soledad.
-Nacho Vegas-
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